[2] Es decir, se construye a partir de las interacciones con personas importantes en nuestras vidas.
[1][2] El autoconcepto es un todo organizado donde la persona tiende a ignorar las variables que percibe de sí misma que no se ajustan al conjunto y tiene su propia jerarquía de atributos a valorar.
[4] Se destacan seis características básicas: Además, como atributo dinámico el autoconcepto se ve retroalimentado (positiva o negativamente) por nuestro entorno social, siendo determinantes las opiniones o valoraciones de terceras personas.
[9] El autoconcepto incluye valoraciones de todos los parámetros que son relevantes para la persona: desde la apariencia física hasta las habilidades para su desempeño sexual, pasando por nuestras capacidades sociales, intelectuales, en otras palabras, a la descripción de todas las facetas y características que un individuo considera propias y que emplea para identificarse,[10] por ende, tiene papel decisivo en su conducta.
[13] En la adolescencia, se produce el paso a la vida adulta, lo que supone importantes logros y adquisiciones.