Por eso, el ideal del yo solo puede establecerse en la estructura psíquica una vez que se ha renunciado a la idea omnipotente y megalómana infantil.
El ideal del yo es un concepto psicoanalítico clave porque constituye un eslabón entre la primera tópica freudiana, en la que se define un modelo espacial del aparato psíquico, dividido en zonas (inconsciente, preconsciente y consciente), y el paso hacia la definición de un modelo estructural de la psique (en la segunda tópica), en la que Freud distingue las tres instancias conocidas como ello, yo y superyó.
[2] Freud utiliza este concepto a partir de 1914, registrándose la primera aparición en su ensayo Introducción al narcisismo[3] En este escrito, Freud postula que lo que se proyecta en el ideal del yo viene a ocupar un lugar sustituto del narcisimo infantil perdido.
Este estado narcisista temprano, en el que el niño es todopoderoso, iría decayendo paulatinamente debido a las consecuencias del establecimiento de relaciones con otros («relaciones de objeto») significativas, principalmente con los progenitores o con quienes ocupen su lugar funcional, y se abandonaría principalmente por la censura y crítica que los padres ejercen sobre actuar infantil.
En su obra Psicología de las masas y análisis del yo (1921), el ideal del yo se define con arreglo a las funciones que cumple en las relaciones de sumisión y dependencia (al líder, al ídolo, a la persona poderosa, al dirigente político, religioso, etc.) La instancia del ideal del yo aparece en este texto conceptualmente diferenciada como algo independiente.