Su construcción debe ser tal que resista la presión y temperatura desarrollada en su interior.
La presión elevada permite que el agua alcance temperaturas superiores a los 100 °C.
El hecho de contener fluido a alta presión implica que las autoclaves deben ser de manufactura sólida, usualmente en metal, y que se procure construirlas totalmente herméticas.
Las autoclaves suelen estar provistas de manómetros y termómetros, que permiten verificar el funcionamiento del aparato; aunque en el mercado existen métodos testigo anexos, por ejemplo, testigos químicos que cambian de color cuando cierta temperatura es alcanzada, o bien testigos mecánicos que se deforman ante las altas temperaturas.
Este producto es de uso general en laboratorios y no es un producto sanitario, por tanto no lleva marcado CE según la directiva 93/42/EEC ni le es de aplicación esta legislación.
Cuando la autoclave está destinada a la esterilización de productos sanitarios tiene unos requisitos especiales.