[15] De familia muy humilde, gracias a las notables dotes naturales que el joven muestra para la práctica artística, recibe inicialmente una pequeña ayuda del Ayuntamiento de Alburquerque, lo que le permite matricularse en la Academia Municipal de Dibujo y Pintura de Badajoz, en la que toma clases del pintor pacense del momento y fundador del centro Felipe Checa.
En 1896, es pensionado por Francisco Fernández Marquesta, conde de la Torre del Fresno, prosiguiendo sus estudios en la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado de Madrid.
[18] En 1921, fue nombrado director de la Escuela de Artes y Oficios Artísticos de la capital, donde su «celo y amor a la enseñanza le lleva a realizar excursiones artísticas, en las que acompañado de sus discípulos les [introduce] en las bellezas plásticas que atesora nuestra ciudad».
[24] Desde el vigoroso realismo de su primera etapa, la obra de Cabrera evoluciona progresivamente hasta alcanzar en los años 20 y 30 un cierto expresionismo subjetivo, observable en un trabajo más tosco y abocetado de la superficie escultórica, que da paso a una mayor simplicidad formal a base de grandes planos separados por fuertes aristas de los últimos años, visible en piezas como su autorretrato o, sobre todo, el conocido monumento a Zurbarán, lo que lleva a distinguirlo de los autores coetáneos que sistemáticamente vienen conformando el panorama artístico extremeño de la primera mitad del siglo XX.
Buena parte de las mismas se hallan en la actualidad dispersas por diferentes colecciones particulares y organismos oficiales de Alburquerque, Badajoz (MUBA), Toledo o Madrid, lo que dificulta especialmente el descubrimiento de una obra, en general, apenas conocida por el público: