Asesinato de Norma Penjerek

La señorita Perla la notó esa tarde un tanto distraída, como preocupada por algo.

Diez días después, los Penjerek publicaron una solicitada con la fotografía de Norma, pidiendo información sobre su paradero.

Se comprobó que no poseía ninguna, y quedó detenido por tentativa de extorsión.

El cadáver sólo tenía puesto la bombacha y un pañuelo alrededor del cuello.

En este segundo examen pudo extraerse una única huella dactilar: la del dedo anular de la mano izquierda.

Myriam, una prima de Norma, reconoció el pañuelo alrededor del cuello como un regalo que ella le había hecho.

Norma Mirta Penjerek fue sepultada en el Cementerio Israelita de La Tablada (fila 3, manzana 45) en medio de una nutrida concurrencia[3]​ Rápidamente, no habiendo novedades importantes, el caso fue perdiendo espacio en los medios, hasta desparecer.

No era la primera vez que la mujer era detenida mientras ejercía su profesión, y llevada a la Comisaría.

Tres prostitutas que habían participado de dichas fiestas fueron detenidas y también confirmaron la especie.Allanada la finca, los peritos aseguraron que unas letras trazadas en la pared del chalet coincidían con la escritura de Norma Mirta Penjerek.

Pero Norma Mirta Penjerek se había resistido a seguir participando de la fiesta.

Sin embargo, el 23 de septiembre se presentó espontáneamente a la policía, alegando su inocencia.

Además del negocio de Zapatería, Pedro tenia un taxi, con el que todos los Domingos llevaba a misa a la familia de mi tio Juan Carlos Fonrouge, en el que en varias oportunidades participe durante mis frecuentes visitas.

Tanto Juan Carlos Fonrouge, mi madre Maria Dolores su hermana, y su primo hermano Emilio J Hardoy Forouge, Todos se criaron en Lomas de Zamora y con una orientcion netamente conservadora por varias generaciones.

Cuando comenzó el caso PENJEREK posteriormente a las primeras acusaciones del fotógrafo Fernandez contra Pedro Vecchio, apareció Maria Mabel Sisti.

En él, las noticias policiales, deportivas y del espectáculo tenían clara preeminencia sobre los temas políticos, económicos o culturales.

El poderoso vespertino La Razón, un típico diario de entretenimiento, dirigido a la clase media y caracterizado por su gran profusión gráfica, acaparaba buena parte del sector de público al que apuntaba Crónica.

La competencia entre ambos diarios transformaría la desaparición de Norma Mirta Penjerek en un caso que mantendría en vilo a la opinión pública.

Buenos Aires estaba repleta de organizaciones como las del siniestro Pedro Vecchio, dispuestas a hacer dinero corrompiendo jovencitas y llevándolas a la prostitución, la pornografía y el tráfico de drogas.

Desde todos los ámbitos de la sociedad se exigía a las autoridades una profunda e inmediata "limpieza moral".

Tiempo atrás, Fernández había denunciado a Vecchio como traficante de drogas, aportando unas fotografías incriminatorias, en las que se veía a Vecchio cargando un supuesto cargamento de drogas en su camioneta.

Ahora, María Sisti, la prostituta que había iniciado la acusación contra Pedro Vecchio, terminó confesando haber sido sobornada por Fernández para que acusara a Vecchio como el asesino de Norma Penjerek, a cambio de 50.000 pesos.

Muchas de las declaraciones de Sisti y otros acusadores, se supo después, habían sido obtenidas mediante torturas e intimidaciones, lo que terminaría llevando a varios uniformados ante la Justicia.

Pedro Vecchio continuó viviendo en Florencio Varela, murió en mayo del 2007 a los 92 años.

Hoy solo su hija Martha está al frente del comercio de España y Sallarés.

[5]​ Cuando todo parecía haberse dicho sobre la desaparición de Norma Penjerek, el caso tomó otro giro inesperado.

Enrique Penjerek, padre de Norma, y destacado miembro de la colectividad judía porteña, habría sido el informante anónimo del grupo comando israelí que, en mayo de 1960, había llevado a cabo la Operación Garibaldi, secuestrando a Eichmann y enviándolo a Israel para su juzgamiento por crímenes contra la humanidad.

Aunque la huella dactilar y la dentadura así parecieron demostrarlo, algunas inconsistencias son significativas.

Las tres prendas halladas junto al cadáver —un pulóver marrón, una enagua celeste y un corpiño— no pertenecían a Norma Penjerek.

Esta, el día de su desaparición, llevaba una pollera gris tableada y un blazer azul.

El hombre está obsesionado por la verdad, aunque nunca conoció a la víctima, lleva su sangre y apellido.