En 1911, cuando lo compró el periodista José A. Cortejarena, que ingresó en la redacción 4 años antes, el diario adquirió un perfil moderno y ágil.
Su viuda, Helvecia Antonini, llamó a tres amigos de su marido para que dirigieran el diario: Ángel Sojo, Uladislao Padilla y Gaspar Cornille.
El vértigo noticioso era entonces más intenso durante las tardes y La Razón, asociándose su ritmo al biorritmo general, salía con la quinta y luego con la sexta edición, articulando la aceleración y esa parcelación de la tirada en dos ediciones a la ansiedad noticiosa que creció con los años de la Segunda Guerra Mundial.
Lino Palacio realizó innumerables tiras entre 1937 hasta su asesinato en 1984, destacando entrañables personajes como Don Fulgencio, Ramona y Avivato.
El crimen estaba vinculado con la tendencia de las acciones del diario La Razón, intervenido por la dictadura autodenominada Revolución Libertadora.
Peralta Ramos había recibido presiones y extorsiones para que entregara el diario al gobierno de Aramburu.
Según el escritor Walsh el caso Satanowsky reveló la profunda corrupción de un régimen que intentaba resolver mediante un grupo parapolicial, armado por la SIDE, la propiedad del diario.
[cita requerida] Ese año, el empresario Carlos Spadone adquirió la marca, el archivo y la biblioteca en remate judicial.
Para realizar esas mejoras fue necesario contar con un taller con mayor capacidad de impresión en color; así, el diario pasó a imprimirse en Talleres Gráficos Conforti, en la avenida Patricios del barrio de Barracas.
Así, La Razón se convirtió en el primer diario masivo de Latinoamérica en pasar a la distribución gratuita.