Attolico lo envió a la escuela en el Colegio de Mondragone, Frascati, y el joven Pardo pasaba sus vacaciones con Attolico en varios puestos diplomáticos de este último.
Como estudiante en Roma antes de la guerra, conoció a Margit Claeson, diseñadora textil sueca.
Tuvieron tres hijos: Cristina (1949 m. Menez), Lars (1950) y David (1951), todos educados en Inglaterra.
El 1 de noviembre de 1967, hizo un electrizante discurso ante la Asamblea General llamando a las normas internacionales para asegurar la paz en el mar, para evitar la contaminación y para proteger los recursos oceánicos.
Propuso que el fondo del mar forma parte del patrimonio común de la humanidad, una frase que aparece en el artículo 136 de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar,[4] y le pidió que parte de la riqueza del mar se utilizará para financiar un fondo que ayude a cerrar la brecha entre naciones ricas y pobres.
[6] Pardo no estaba contento con la provisión del instrumento definitivo para un Zona Económica Exclusiva, lamentando que el patrimonio común de la humanidad se había reducido a "unos pocos peces y algas pequeñas".
Durante el mismo periodo se desempeñó como embajador en la Unión Soviética y fue Alto Comisionado en Canadá de 1969 a 1971.
Para los quince años, era un alto miembro del Instituto de Estudios Marinos y Costeros.