En 1956, se inscribió en el Instituto Politécnico Nacional, donde estudiaría la secundaria, Preparatoria Vocacional y una carrera profesional.
Cursé la Prevocacional en el Instituto Politécnico Nacional; atendiendo mi vocación y porque obstáculos económicos me impidieron asistir a la Escuela Normal del Estado, me permito solicitar esta plaza.
En su primera etapa, este movimiento se expandió a Delicias y Casas Grandes.
Ahí, en 1959, entró Pablo Gómez al movimiento junto con otro doctor de nombre Ramiro Burciaga que tenía un consultorio en San Buenaventura.
Allí mismo le pidieron que los ayudara más directamente en su lucha y a partir de ese momento el joven Arturo se comprometió de lleno con la causa de los agraristas chihuahuenses, decidiendo para ello abandonar los estudios que recién había iniciado en la Normal del Estado.
[3] En 1963, ante la eventual elección del candidato del PRI el siguiente año, Arturo organizó convocando a dirigentes del Partido Popular Socialista, la Unión General de Obreros y Campesinos de México (UGOCM), y normales rurales al primer encuentro de la Sierra Tarahumara en octubre, en Ciudad Madera.
[4] Cuando Arturo salió de prisión, se unió al grupo y pasó a la clandestinidad.
En el quinto resolutivo se narra, desde su punto de vista, la situación nacional y se crítica a los intelectuales, al Partido Popular Socialista, al Partido Comunista Mexicano, a los movimientos obreros y estudiantiles, ya que los consideraban, parte del "Juego de Poder del Estado".
También se hacía hincapié en la creación de núcleos entrenados y para combatir al "Estado burgués".
En los planes iniciales de la organización estaba el no incluir en su primer "foco" mujeres, dado lo difícil que sería la lucha, aunque 7 mujeres trataron de unirse, Arturo y los demás líderes las rechazaron, debido al difícil clima que se vivía por aquellos tiempos.
Los soldados, en contraste, recibieron sepultura con honores y funeral militar, y además fueron bendecidos por el cura de la ciudad, Roberto Rodríguez Piña que se negó a hacer lo mismo con los cuerpos de los guerrilleros.
El gobernador no podía olvidar el desafío que le lanzaron los guerrilleros meses antes: "Nos gustaría verlo acá en la sierra, al frente de sus tropas, para que se convenza de un par de cosas: es fácil mandar soldados a la muerte; es fácil lanzar insultos a las maestras y a los estudiantes ahí en su oficina, valiéndose del cargo que tiene.