Artieda

Los cortos veranos son suaves, aunque la altitud de las distintas comarcas y su orientación hacia el norte o hacia el sur hace que la meteorología de estas montañas no sea uniforme.

Con vestigios de fortificaciones, muros, fosos, puertas y restos como columnas, capiteles corintios o mosaicos policromados.

Aparece citado en una falsificación del año 842, en el 919, cuando sus vecinos pagaban diezmos al monasterio de San Salvador de Leire, y en 1098, relacionándose su iglesia como pertenencia del citado cenobio.

Desde el siglo XI, Artieda fue villa real entregada en tenencia a sucesivos señores.

Para hacer frente a la disminución de población se ha puesta en marcha la iniciativa "Impulsa Artieda".

La torre sube cuadrada a los pies del templo, consta de tres cuerpos iguales, separados por una imposta lisa.

Es un edificio románico donde se conserva el ábside circular, con visibles reformas procedentes del siglo XVI, momento en el que se añadieron dos capillas a modo de crucero por ambos lados.

A los pies se alza el coro sobre entramado de madera.

Los retablos, así como las piezas de orfebrería, corresponden en su mayor parte a los siglos XVI y XVII.

El lugar era de realengo a principios del siglo XI, según documentos datados entre 1020 y 1030 en que se cita al señor Enneco Galindonis de Artieda.

Los mozos del pueblo pasan por las casas pidiendo aportaciones para la cena posterior.

En Semana Santa se realizan las procesiones de Domingo de Ramos con ramas de olivo bendecidas, el Viernes Santo se realiza el Vía Crucis con paradas en las casas del pueblo donde se ponen sábanas blancas en el balcón.

Por último, en el Domingo de Resurrección se toca a misa con "carraclas".

En Nochebuena se hace una hoguera en la plaza del pueblo en la que, al calor de la misma, los lugareños comen embutidos asados y beben vino quemado o poncho.

Sede del Ayuntamiento
Iglesia parroquial de San Martín.