Arrancacepas

El relieve del municipio está definido por un páramo al norte, la vega creada por el río Viejo de Perales en la zona central, en donde se asienta el pueblo, y un collado más elevado al sur.

En Arrancacepas podemos distinguir tres espacios naturales: La Vega, donde dominan los cultivos de regadío dedicados al consumo particular y familiar en pequeñas huertas donde abundan las patatas, tomates, pimientos, calabacines, calabazas, pepinos,… junto a frutales como perales, manzanos, higueras y ciruelos.

En las zonas donde el abandono o el terreno impide el cultivo podemos encontrar abundantes chopos, sauces y zarzamoras.

Los páramos, donde dominan los cultivos extensivos de secano como el trigo, la cebada o el girasol que conviven con nogales, cerezos, almendros y endrinos.

Arrancacepas debió surgir, posiblemente, al amparo de la labor reconquistadora y repobladora del Concejo de Cuenca, tras su conquista por las tropas cristianas de Alfonso VIII en 1177, pasando desde este mismo instante a formar parte del amplio término y alfoz (distritos con diferentes pueblos que forman una misma jurisdicción) con que fue dotado el concejo conquense que se encargará, mediante compras y nuevas fundaciones de ampliar el territorio inicialmente cedido por el rey.

El topónimo Arrancacepas hace clara alusión a su cultivo más extendido, como queda patente en las numerosas cuevas de vino que tenía la población a finales del siglo XIX (83 según documentos conservados).

Al igual que muchas aldeas, aunque no queda constancia documental, Arrancacepas obtiene el título de villa en el siglo XVI.

A mediados del siglo XIX, el lugar tenía contabilizada una población de 437 habitantes.