Arquitectura cuzqueña

El encuentro de estos ríos donde actualmente hay una fuente alusiva, era conocido como Pumaqchupan o "la cola del puma".

Durante los primeros años de su gobierno, Pachacútec se propuso reconstruir Cusco.

También en esa plaza se efectuaban las celebraciones del triunfo de los ejércitos que consistían en extender por el suelo el botín obtenido y a los jefes capturados.

En una cultura que no conocía el hierro, esto se lograba gracias a un extraordinario conocimiento del material y a las diestra utilización de herramientas sencillas, como piedras más duras, tales como las cuarcitas y otras.

Visualmente, el Cusco sagrado destacaba por la sobriedad de sus muros y su característico talud que los hacía más resistentes a los sismos, frecuentes en la zona.

El rectangular grande lo encontramos en el Coricancha y el Acllahuasi (actual calle Loreto), y el rectangular pequeño, en el Cusicancha (actual Plazoleta de Santo Domingo, frente al Coricancha).

Una peculiaridad del Cusco incaico, eso sí, era su adaptación a la topografía del valle y a los accidentes naturales, lo cual hacía que en muchos casos la cuadrícula original se deformara y que las callejas se volvieran sinuosas.

En cuanto al trazado urbano, sólo en raras ocasiones las manzanas españolas coinciden con las antiguas canchas.

Es el caso, asimismo, de calles que han conservado en mucho su ancho original y parte de los muros que las flanqueaban, como Loreto, Awaqpinta, San Agustín, Pumacurco, Romeritos, Cabracancha y Siete Culebras.

Mucho se hizo después del sismo para restaurar los monumentos afectados, pero, desgraciadamente, también hubo una fiebre modernizadora (demolición de casas en mal estado, ensanchamiento de calles, etc.) que llevó a que se perdieran importantes monumentos arquitectónicos y a que el centro histórico del Cusco sufiriera una seria descaracterización.

En pocas décadas, una ciudad que en realidad había crecido muy poco desde fines del siglo XVIII se expande primero en las partes planas del valle y luego va copando las laderas que lo rodean, hasta tener su apariencia actual.