También fue consejero del rey Jaime I de Aragón y diplomático.
[1][4][5] Peralta participó en la disputa sobre la sede de Segorbe, que había sido nombrada sede episcopal inmediatamente tras la reconquista por el obispo Ximeno de Albarracín, que se había trasladado allí.
Ello le granjeó la enemistad de Peralta, debiendo la Santa Sede dirimir la cuestión al acordar la fusión de las sedes de Segorbe y Albarracín en 1259, que fueron declaradas sedes distintas, pero unidas, situación en que se hallaron hasta 1577 en que se separaron definitivamente.
Estos privilegios les permitían recibir legados y enterrar en sus cementerios a quienes lo desearan.
Reorganizó la diócesis, creando doce pavordías y el archidiaconato de Játiva.