Para finales de mayo, las tropas alemanas se habían retirado a zonas del sur del ducado para mejorar las negociaciones, aspecto por lo que el Parlamento de Fráncfort elevó una sonora queja al gobierno prusiano.
Además, si su aliado danés era profundamente debilitado, no serviría como agente de contención frente a Rusia.
Aunque no amenazaron directamente a Prusia, los británicos movilizaron una flota para que realizase maniobras en el mar del Norte.
Por su parte, el Imperio ruso veía en esta posible guerra entre Dinamarca y la Confederación Germánica una eventual dominación alemana en el Bósforo del Norte (forma en la que los rusos llamaban a los estrechos daneses), lo que relegaría su comercio marítimo desastrosamente y aumentaría el poder de Prusia sobre ellos.
Si la presión del Reino Unido fue esencialmente diplomática y política, Rusia dispuso presiones diplomáticas que pronto degeneraron en amenazas directas de ingresar a la guerra contra la Confederación germánica para salvaguardar sus intereses geoestratégicos.