Este pues se ubicaba en medio del camino de la ruta a Pachacámac durante la época Inca.
[1] Este complejo arqueológico se sitúa en las faldas del Morro Solar, cerca del océano Pacífico, en Lima, Perú, específicamente en el cruce de la avenida Julio Calero y la calle Julio C. Tello en el distrito de Chorrillos.
Están hechos de tapiales (que eran muros que se construían usando una técnica que empleaba tierra arcillosa húmeda compactada a golpes mediante un pisón, empleando para conformarla un encofrado de madera) o adobones, según el estilo ichma, y de adobes paralelepípedos o rectangulares, según el estilo Inca; ambas formas se complementan.
Según una hipótesis esta innovación de emplear adobes rectangulares incaicos se realizó debido a la forma y desarrollo urbano del imperio inca, facilitando la construcción de variadas edificaciones, con muros delgados y menos concentrados.
Además, se colocó una cruz (Santo Madero), como representante de la huaca, dándole así su nombre actual.
[6] La estructura evidencia edificios mayores que son de forma piramidal y otros tienen rampa.
De igual forma, se pudieron hallar extensas plataformas, variados depósitos y demás estructuras con distintas características.
Ya en época republicana las primeras excavaciones arqueológicas se dieron a fines del siglo XIX por Adolph Bandelier y una parte de los resultados de las investigaciones publicadas por John Hyslop y Elías Mujica en la revista La gaceta arqueológica andina .Es gracias a esta publicación que se sabe que el sitio se encontraba en mal estado cuando arribó Bandelier, según él debido a terremotos y saqueos de la época colonial.
Asimismo Bandelier realizó los primeros planos de Armatambo a quien describe como asentamientos pequeños ubicados al extremo este, un conjunto grande emplazado hacia Chorrillos, el cementerio y un grupo más pequeño de asentamientos dispuesto hacia la cumbre del Morro Solar.
De igual forma, se pudieron hallar extensas plataformas, variados depósitos y demás estructuras con distintas características.
[8] Desde la década de los 20, la zona de Armatambo comenzó a urbanizarse, primero con las haciendas y luego con casas formando pueblos jóvenes (actualmente zonas residenciales) en las laderas del cerro principal del Morro Solar, hasta que en 1959 comienzan las invasiones "ilegales", que luego algunas pocas serían formalizadas como asentamientos humanos.