Sonata para piano n.º 23 (Beethoven)

Fue el Beethoven de estas obras quien dio rienda suelta a la Sonata Appassionata.[2]​ Se conserva la partitura autógrafa, que fue un regalo del maestro alemán a la pianista Marie Kiene Bigot de Morogues.En 1809 la pianista junto con su esposo se trasladaron a París y en 1816 fue profesora de Mendelssohn.Esta oferta no llegó a materializarse y se desconocen los motivos que provocaron el cambio de editorial.Finalmente, la obra fue publicada por primera vez por Bureau des Arts et d'Industrie en febrero de 1807 en Viena.Asimismo, el compositor era próximo a las dos hermanas del conde, Therese y Josephine, a quienes había dado clases de piano en 1799 y les había dedicado algunas piezas.El movimiento avanza con una intensidad demoníaca y un audaz sentido armónico; la frase inicial, por ejemplo, se repite medio paso más arriba en la segunda frase, envolviendo momentáneamente el centro tonal en una extraña e inquietante ambigüedad.El segundo tema hace clara referencia al primero; aunque la génesis de su ritmo y contorno es obvia, Beethoven lo transforma aquí en un momento de respiro lírico y anhelante, aunque breve.El tema inicial es una melodía sencilla y calmada, casi como un himno, que conserva un matiz de los ritmos con puntillo del primer movimiento.[1]​ El movimiento se cierra con una repetición con ligeros cambios del tema original más sosegado.Se inicia reiterando la sonoridad del acorde de séptima disminuida que cerró el Andante anterior.Pero, a diferencia del triunfo de la Quinta, este movimiento final anuncia en sí la agonía y tiene una coda desesperada.
Beethoven en 1804.
Franz Brunsvik, dedicatario de la pieza.