Antonio Pildain y Zapiain

Su padre Gabriel Pildain Arrevia, era marino mercante y fue práctico del puerto de Pasajes.Esa coalición agrupaba a las dos ramas entonces existentes del carlismo, monárquicos alfonsinos, el PNV (nacionalistas vascos) y otros grupos católicos afines.Como orador en el Congreso debatió en cuestiones que afectaban a la Iglesia o a la enseñanza con parlamentarios como Fernando de los Ríos, Álvaro de Albornoz o Julián Besteiro.Pildain quedó en el Congreso como un diputado más o menos afín al PNV, aunque siempre mantuvo su carácter independiente dentro de la Minoría.En primer lugar, el embajador de la República ante la Santa Sede protestó por el nombramiento, debido a la antigua militancia política de Pildain y a que la Santa Sede no había avisado previamente del mismo al gobierno español.Para aquel entonces, sin embargo, Pildain se había distanciado mucho del PNV y el régimen franquista finalmente no puso impedimentos a su nombramiento.[7]​ En este sentido, el teólogo Enrique Miret Magdalena ha definido así la labor pastoral del obispo vasco durante la Guerra Civil y la dictadura franquista: «Una cuestión que le preocupó mucho a Pildain fue la persecución política en tiempos de Franco, ocurrida frecuentemente sin un juicio justo.[8]​ Antonio Pildain era decididamente tradicionalista en el orden cultural y simpatizante del carlismo,[9]​ un integrista o, como el mismo se calificaba, “intolerante doctrinal” pero “tolerante” para con el hombre concreto.[13]​ Esto mismo cuenta en sus Memorias el fallecido y entusiasta progresista arzobispo de Pamplona José María Cirarda, que cuando los padres conciliares entraban en la basílica de San Pedro para votar la declaración Dignitatis humanae se encontró al Obispo de Canarias, Antonio Pildain y Zapiain: estaba pálido y rezaba «para que Dios intervenga para impedir la aprobación de dicha declaración».Expresó Cirarda:[9]​ «Le acompañé a subir al coche, nos sentamos juntos y me dijo: “Don José María, usted no se escandalizará si le digo una cosa.[14]​ Sin embargo, Cirarda atribuye un drástico cambio de opinión en Pildain, cuando le dijo: «Don José María: no quiero escandalizarle.seguro de que si la Declaración es aprobada, volveré a Canarias, subiré al púlpito y, como le he dicho antes, diré a mi pueblo: El Concilio ha enseñado doctrina distinta de la que yo os enseñé sobre la Libertad Religiosa.[15]​ Para evitar que gobiernos acatólicos pudieran tomar el poder en España, presentó una moción para derogar el derecho de presentación, que permitía al Estado español influir en la elección de los obispos.Su propuesta influyó en la definitiva redacción del número 53 de la Constitución Sacrosanctum Concilium, ratificada por el Concilio con el enunciado «por los que se ven doblegados por diversas necesidades».Amenazó con excomulgar a los que trabajaron entonces para crear en la capital grancanaria la Casa Museo Pérez Galdós.[18]​ Logró superar su crisis cardíaca y en septiembre de 1965 volvió a Roma para acabar con los trabajos como padre conciliar del Vaticano II.Pildain, despojado de su poder episcopal, decidió no retornar a su tierra natal y seguir residiendo en Las Palmas.Durante los siguientes años, hasta su muerte, Pildain llevó una vida discreta rezando y leyendo.Solamente abandonaba su retiro para pasear por la avenida Marítima y celebrar misa los domingos a la tarde en la catedral.Su estado de salud fue debilitándose progresivamente y en 1971 sufrió un nuevo infarto del que también logró recuperarse.
Imagen de Nuestra Señora de la Soledad de la Portería Coronada , a quien el obispo don Antonio Pildain profesaba gran devoción y a la cual coronó en nombre del papa Juan XXIII el 19 de marzo de 1964.