Además participó en el debate en torno al sistema browniano.
La Junta de Sanidad de Valencia le comisionó a Onil, donde había una epidemia, y allí organizó un lazareto en la sierra de la Solana; el éxito en esa empresa le valió ser enviado a Mahón, donde había otra epidemia de peste, con el título a propuesta del Tribunal del Protomedicato de primer médico del hospital militar de Menorca, empezando la carrera de médico castrense.
Aprovechó para investigar la historia natural de Menorca y redactó una topografía médica de la isla; estuvo con el ejército en Mahón hasta 1805, en que volvió a la península ibérica, concretamente a Soria, por motivos de salud.
En Murcia hizo frente a una epidemia de fiebre amarilla, con lo que consolidó su reputación de médico higienista.
Todo esto le convirtió en figura influyente y de prestigio y le nombraron además consultor e inspector de la Suprema Junta de Sanidad (1817), y protomédico general de los ejércitos nacionales (1820).