[7] Por su apoyo a Nicolás Bravo en Jaleaca y a su propio esposo en el campo de batalla, Antonia fue conocida por los soldados como «La Generala», siendo un ejemplo de resistencia y coraje para el ejército.
Los españoles vencieron a los insurgentes; sin embargo, el Congreso logró avanzar y escapar.
[1] Posicionados en ese punto, donde se hicieron fuertes, los sitió el realista Gabriel de Armijo.
[1]Antes de que Nicolás Catalán ejecutara la orden, un contingente de mujeres encabezadas por Antonia Nava, su cuñada María Catalán Catalán (Tixtla, 1782 o 1783)[4] y Catalina González de Bautista (esposa del sargento Nicolás Bautista),[4] se dirigieron ante Nicolás Bravo pues consideraron injusto que fueran los soldados los que se sacrificaran por la supervivencia del batallón, y sin titubear decidieron que en lugar de los soldados, ellas debían ser sacrificadas.
Aunque el sacrificio no se llevó a cabo, la intención sirvió para elevar la moral del ejército.
Durante la toma participó Nicolás Catalán el hijo de Antonia como sargento primero quien murió en combate.
Con la muerte de su hijo, Antonia Nava fue llevada por la tropa ante José María Morelos.
En honor a ese joven, el pueblo actualmente se llama Coyuca de Catalán.
Aun así, las mujeres participaron como soldadas, comandantas y generalas en múltiples batallas.
Resiste porque, aunque no es un nombre socializado a la par que Leona Vicario, Josefa Ortiz, la Güera Rodríguez o Gertrudis Bocanegra.