Se considera fármaco antiinfeccioso a aquella sustancia aplicada localmente, ingerida, o inyectada con la finalidad de combatir infecciones.
[1] Cuando el ser humano o cualquier animal doméstico han sido atacados por un microbio o cualquier otro parásito, interesa disponer de sustancias que sean activas frente al agente invasor, sin afectar al huésped (acción quimioterápica).
Ambas sustancias están incluidas dentro de la categoría agentes antiinfecciosos, y su código comienza con J, pero al mismo tiempo están dentro de otras subcategorías según su estructura, tipo de organismo al que atacan, o el lugar donde efectuarán su acción, etc.[2] Así mismo, debe recalcarse que los agentes antiinfecciosos pueden también estar categorizados en fármacos usados en terapia dermatológica y en antiparasitarios Códigos ATC D[3] y P,[4] respectivamente.
Cuando se administra el fármaco antiinfeccioso al interior del organismo surge el concepto de quimioterapia, en el que confluyen factores tales como la difusión en los tejidos, la tolerancia o la biotransformación.
Producir sustancias químicas para combatir amibas o lombrices intestinales sin impactar el funcionamiento fisiológico normal es difícil, sobre todo si el agente infeccioso hace su daño en el interior de la célula.