Anita Sirgo
Allí trabajó en el campo y colaboró también como enlace para la guerrilla desde los nueve años.[1] Anita Sirgo obtuvo gran parte de su popularidad por su trabajo durante la llamada Huelgona.Así, organizaron piquetes e impidieron que los esquiroles pudiesen acceder a los pozos.[1] Por su activismo durante la huelga, Anita Sirgo sufrió los efectos directos de la represión.En la cárcel, sufrió torturas y quedó sorda del oído izquierdo después de una paliza que le propinó Antonio Caro Leiva, capitán de la Guardia Civil.[1] Tras su arresto y tras haber sido identificada por la Guardia Civil, Anita Sirgo se vio obligada a exiliarse en París junto con otros miembros del Partido Comunista, entre ellos Santiago Carrillo.[3] Asimismo, cuenta cómo cuando se reunían varias amigas colocaban una cafetera vacía en la mesa para que la situación pareciera sencillamente la de unas amigas que se reúnen a tomar café, evitando así las sospechas de la Policía secreta.