No pasó mucho tiempo para que la ligera y frágil embarcación comandada por Dorantes fuera atrapada por las tormentas y naufragara cerca de la isla ubicada frente a Galveston (Texas).
Al enterarse el entonces gobernador de la Nueva Galicia, Nuño de Guzmán que unos náufragos españoles habían arribado a tierras que estaban bajo su gobierno, les proporcionó caballos y vestimenta, y les envió a la Ciudad de México para que rindieran cuentas al entonces virrey Antonio de Mendoza y Pacheco.
Una vez hubo escuchado Antonio de Mendoza el relato de los náufragos, solicitó a Dorantes que le ayudara en una expedición dirigida a los territorios que habían visitado.
Dorantes declinó el ofrecimiento mas recomendó a su esclavo Estebanico para que participara en el viaje de exploración.
Posteriormente Dorantes intentó regresar a España pero las malas condiciones del barco y del clima obligaron al navío a retornar al Puerto de Veracruz.