Era considerado popularmente como el villanciquero de Isabel la Católica y editó un Cancionero (Toledo, 1508) que gozó de gran popularidad, como demuestran las muchas reimpresiones que se sucedieron a lo largo del siglo XVI.
Su calidad poética se encuentra muy relacionada con la tradicional poesía popular castellana, cuyo suelto octosílabo hace suyo vertiéndolo a lo divino mediante el procedimiento del contrafactum.
Son frecuentes sin embargo sus descuidos métricos (quizá por la asimilación de la irregularidad métrica habitual en la poesía tradicional) y existe una inclinación cultista en su lenguaje que no logra disimular el esencial popularismo de su poesía piadosa, teológica y moral, recogida en Cancionero de diversas obras de nuevo trovadas (Toledo, 1508); estos versos siguieron también el modelo del beato franciscano Jacopone da Todi en sus Cánticos espirituales.
Por orden de la propia reina Isabel la Católica tradujo del latín la Vita Christi del cartujo Ludolfo de Sajonia durante los años 1499 a 1501, parando sucesivamente en Cifuentes (Guadalajara), en Granada y en su Huete natal; la obra terminó impresa por Estanislao Polono en Alcalá de Henares repartida en cuatro volúmenes entre 1502 y 1503.
Se le atribuyen también unos comentarios bíblicos (Postillae, Toledo, 1512; Antwerp, 1544; Barcelona, R. Vallezilla, 1502/1608; Madrid, 1608/1614 etc.) y un Breviario de la Immaculada Concepción de la Virgen nuestra Señora (Toledo, 1508).