Contrafactum

Por lo general el cambio hacía que el tema pasara de ser profano a sacro o viceversa.No obstante, es frecuente que haya cambios menores para hacer coincidir la métrica de la música con la del nuevo texto.[1]​[2]​ No debe confundirse con un contrafact en jazz, en el que la melodía si varía de la original, aunque use una secuencia armónica preexistente.Asimismo, muchas melodías de secuencias, aleluyas, antífonas e himnos fueron retextualizadas en múltiples ocasiones.Por ejemplo, "Agmina milicie" de Felipe el Canciller aparece con los textos "Quant froidure" y "L'autr'er cuidai".Aunque la expresión contrafactum o contrafacere no forma parte del lenguaje clásico, se utilizaba en la Edad Media para hacer referencia a imitación, aunque a menudo con la connotación más negativa de falsificación o counterfeit, su equivalente inglés más cercano.Aunque el término no se utiliza en la teoría musical medieval, las melodías se identifican ocasionalmente en rúbricas como "un lais de Nostre Dame contre le Lai Markiol", que acompaña al contrafactum mariano "Flours ne glais" atribuido a Gautier de Coincy.Un ejemplo extremo es "Quant liros signol jolis", que contiene los dos primeros versos de dos canciones en métricas totalmente diferentes, de los cuales "Douce dame, grez et grasses vous rent" se deriva indirectamente del primero.No obstante, estos métodos deben aplicarse con cuidado, ya que las canciones pueden emplear esquemas rítmicos y métricos idénticos sin tener necesariamente la misma melodía.Por ejemplo, "So ys emprentid" de Walter Frye aparece en fuentes continentales como "Soyez aprantiz" y "Pour une suis", así como "Sancta Maria succurre".La chanson "Plusieurs regretz" de Josquin des Prés aparece en las fuentes alemanas del siglo XVI como "O Virgo genitrix" y "Sana me Domine".Por ejemplo, "Innsbruck" de Isaac se convierte en "O Welt ich muss dich lassen".Claudio Monteverdi, por ejemplo, transformó su "Lamento d'Arianna" en "Il pianto della Madonna", y varios de sus madrigales fueron "espiritualizados" por Aquilino Coppini, que aportó textos religiosos en latín que se ajustaban cuidadosamente al afecto de la letra y la música originales (1607-8).Las autoparodias de Johann Sebastian Bach y Georg Friedrich Händel son quizá las muestras más notables.Muestra de ello son las canciones "Jo te l'encendré", "El senyor Ramon", "El gegant del Pi", "Pastoret d'on vens", así como "Escarabat bum-bum".