A ella pertenecían el ruso Mijaíl Bakunin (1814-1876);[3] los hermanos Élisée Reclus (1830-1905) y Élie Reclus (1827-1904); el francés y futuro communard Aristide Rey (1834-1901); el polaco Walery Mroczkowski (1840-1889), futuro participante en el levantamiento de Marsella; el periodista francés Albert Richard (1846-1925), quien también participaría en la sublevación de Lyon; el ruso Nikolái Zhukovski (1847-1921), futuro participante en la sublevación de Marsella; el arquitecto italiano Giuseppe Fanelli (1827-1877), antiguo diputado y combatiente garibaldino; el médico italiano Saverio Friscia (1813-1886), otro antiguo diputado y participante en la insurrección de Sicilia de 1848; o el abogado napolitano Alberto Tucci.Otros miembros importantes de la Alianza fueron el francés Benoît Malon, tintorero, dirigente sindical y futuro comunero; el médico español Gaspar Sentiñón; el sastre francés Louis Palix, futuro participante en la insurrección de Lyon; el impersor español Rafael Farga Pellicer; el abogado italiano Carlo Gambuzzi, antiguo garibaldino y participante en las batallas de Aspromonte y Mentana; el maestro francés Paul Robin; el zapatero español Francisco Mora; o el grabador también español Tomás González Morago.Los miembros de la Alianza no estaban de acuerdo en que «la conciencia política y la estrategia revolucionaria fueran resultados directos, inevitables e inmediatos de la opresión»; por lo tanto, una «acción colectiva requería tácticas y estrategias, que implicaban tanto el pensamiento como el "instinto" y la motivación».[5] Esta minoría era la propia Alianza, una organización anarquista específica que, en sus estatutos de 1868, declaraba así su doble objetivo:a.)Buscará la afiliación de todos los hombres inteligentes, enérgicos, discretos y de buena voluntad, sinceramente dedicados a nuestros ideales, para formar en toda Europa y en todas las localidades posibles, incluida América, una red invisible de revolucionarios dedicados a esta alianza y potenciados por ella.[7] La Alianza pidió el ingreso en la Internacional nada más su fundación, pero el Consejo General le respondió que sus estatutos no lo permitían al tratarse de una organización de ámbito internacional.Marx citó la existencia continuada de la Alianza secreta como su principal motivo para excluir a Bakunin y James Guillaume.Los marxistas estaban convencidos de que la Alianza Internacional de la Democracia Socialista seguía existiendo y creyeron encontrar las pruebas en los escritos y la conducta del propio Bakunin.El Consejo Federal no dio los nombres, alegando que sólo rendía cuentas ante los Congresos de la FRE-AIT.Los delegados favorables a las posiciones «antiautoritarias» firmaron un manifiesto mostrando su disconformidad con la expulsión y decidieron reunirse en Saint-Imier (Suiza), para celebrar un congreso aparte en el que dejaron sin efecto la expulsión de Bakunin y de Guillaume, no reconocieron al Consejo General nombrado en La Haya y aprobaron una resolución que recogía las tesis bakuninistas, insistiendo en que «la destrucción de todo poder político es el primer deber del proletariado» y que «todo poder político pretendidamente provisional y revolucionario […] no puede ser más que un engaño».En una carta que escribió al aliancista español Tomás González Morago cuando la Alianza estaba formalmente disuelta, Bakunin explicó la estrategia de la organización:[15]
Presencia de la Alianza en Europa. En Corrêa, Felipe (2013)
Bandeira Negra
, p. 268.