El interés por la pintura española que poseía el artista debió surgir tras su asiduidad a la Galería Española de Luis Felipe, coincidiendo su vigencia con su período de aprendizaje e inicios profesionales.
A su paso por Madrid, el artista quedó profundamente impresionado al descubrir la pintura española del Siglo de Oro en el Museo del Prado, y muy especialmente la obra de Velázquez.
Una vez en Madrid, y ayudado por la familia Madrazo, consigue un taller en el que pronto plasma su entusiasmo por las obras de Velázquez, quedando constancia de ello en algunas cartas publicadas por su amigo Gabriel Séailles: «¡Qué pintor, amigo mío!
Su manera viva y fácil, su forma de tratar las vestimentas [...] dejando de lado todos los detalles, esas manos a veces indicadas, testimonian una preocupación continua por el conjunto, por el efecto general [...].
Obtuvo una primera medalla en el Salón de 1865, por los cuadros titulados Una fiesta judía en Marruecos y La buenaventura.