Entretanto, en 1734 había publicado en Alcalá una obra de jurisprudencia canónica que le hizo famoso, la Concordia patoralis super iure diocesano inter episcopos et praelatos inferiores, obra muy admirada y usada por el canonista Próspero Lambertini, luego papa con el nombre de Benedicto XIV (1740-1758).
Estudió entonces el derecho aragonés y el rey le encomendó concluir el interminable litigio entre las dos catedrales de Zaragoza.
Su hermano le consiguió ese puesto y marchó a ocuparlo en abril de 1745 con otros encargos secretos del monarca español Felipe V, por ejemplo el Patronato regio universal; llegó el 30 de junio y se presentó ante el embajador español en la corte pontificia, el cardenal Acquaviva.
En 1747, a la muerte del cardenal el 21 de marzo, fue nombrado ministro plenipotenciario interino de España en Roma; ocupó importantes cargos políticos y religiosos en los Estados Pontificios.
En 1749 algunas torpezas respecto a la inclusión de un libro filojansenista en el Index librorum prohibitorum hicieron que fuera más tarde sustituido en el cargo por el cardenal Joaquín Fernández Portocarrero el 26 de noviembre de 1748, de quien, por demás, era un solapado adversario: luego dieron ese puesto en 1750 a Ventura Figueroa.