En la institución afiliada al Movimiento Internacional de Trabajadores Cristianos, con sede en Bruselas, se desempeñó como asesor permanente en Santiago y luego en Latinoamérica.
Además, tuvo una voz crítica en relación con lo que consideraba un sueldo ético para las personas.
Era un hombre sin dobleces, decían sus pares, un hermano que ayudaba a los suyos y jamás dejaba de preocuparse.
Sus restos fueron velados en la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús en la Alameda.
El arzobispo de Santiago, monseñor Ricardo Ezzati, ofició dos días después de la muerte del padre una misa fúnebre en una repleta Catedral Metropolitana, por el alma de Alfonso Baeza Donoso, cuyos restos posteriormente fueron trasladados al Cementerio General, lugar donde se encuentra el mausoleo familiar.