Alfonso de Portugal (1475-1491)

[3]​ El rey tanto adoraba a este hijo que, en su homenaje, bautizó como «Príncipe» a la isla más pequeña del archipiélago de Santo Tomé y Príncipe.

[7]​ La boda, por poderes, se celebró diez años después, en la primavera de 1490 en Sevilla.

[7]​ Aunque fue un matrimonio político, la pareja se enamoró y su unión que duró casi ocho meses, fue feliz.

Según el mismo cronista, tan pronto su madre tuvo conocimiento del accidente, «herida de mortal dolor, con grande desconsuelo» se montó en una mula, acompañada de su nuera, y corrió al lugar donde yacía su hijo.

Los Reyes Católicos abandonaron temporalmente el campamento para estar con su hija y consolarla.

Claustro en el Monasterio de Batalha donde el infante Alfonso recibió sepultura