Alfarería de trampa y cerámica de engaño, son denominaciones populares en el argot del alfarero que agrupan una serie limitada de piezas cerámicas creadas por la fantasía del artista y en su mayor parte tan solo útiles como objeto de adorno.Entre las primeras, las más conocidas y variadas son los botijos y jarras de trampa, y entre las segundas los imaginativos platos de engaño, frecuentes en muchas fábricas de loza fina y genuinos representantes del gusto más kitsch.Los modelos más frecuentes son los de varios pitos y una sola boca.Pueden considerarse hijos de los sofisticados platos de engaño de origen galo (objetos de la familia del trompe d’oeil), joyas kitsch del diseñador de cerámicas buscando la ilusión óptica con objetos tridimensionales: frutas, hortalizas, e incluso animales.[6] Originalidad y fama confluyen en la colección de fauna de Alcora, con un amplio repertorio animal distribuido en un igualmente extenso catálogo de piezas de loza doméstica: soperas, salseras, pisapapeles, mancerinas, joyeros y vinajeras, convertidos en perros, ranas, lagartos, gallinas, cisnes, palomas, carneros, perdices, etc.[7] En este caso el engaño visual inutiliza el valor doméstico del objeto y su uso queda restringido a lo decorativo.
Siete piezas españolas de alfarería de trampa o engaño. Arriba, de izq.a dcha: botijo de trampa (Mombeltrán, Ávila); botijo de torre (
Ateca
, Zaragoza); botijo de trampa (Talavera, Toledo). Abajo: jarra burladera (Triana, Sevilla); jarra burladera (Talavera, Toledo); jarra de trampa (Jiménez de Jamuz, León); jarra de engaño (Castellar de Santiago, Ciudad Real).