Proviene del inglés whistleblower (persona que hace sonar un silbato o pito).
En 1976, Gregory Minor, Richard Hubbard y Dale Bridenbaugh denunciaron problemas de seguridad en centrales nucleares en Estados Unidos.
Los tres ingenieros participaron en las audiencias del Congreso de los Estados Unidos que sus revelaciones precipitaron.
A continuación Goldstein presentó una demanda bajo los estatutos federales de alertadores nucleares.
Esta decisión fue apelada y revocada por el Tribunal de Apelaciones del Quinto Distrito, que dictaminó que los programas privados no ofrecían ninguna protección a los denunciantes.
Después de que Goldstein perdiese su caso, el Congreso de los Estados Unidos enmendó la ley federal sobre alertadores nucleares para proporcionar protección a los informes introducidos en los sistemas internos y evitar las represalias contra los denunciantes.
Según el periódico New York Times, durante tres años, Gundersen "fue acosado por llamadas telefónicas en medio de la noche" y que él "comenzó a preocuparse por la seguridad de su familia".
Después de llevar sus preocupaciones al Congreso de Estados Unidos, el problema se ha solucionado y no sólo en la planta nuclear original, sino en plantas a lo largo del país.
[9] Galatis finalmente llevó sus inquietudes a la Comisión Reguladora Nuclear (NRC), para encontrar que habían "sabido acerca de los procedimientos inseguros durante años".