“Para traducir estos cuerpos, la pintora se guía por fotografías y por un atlas dermatológico”.
[3] Sus modelos suelen ser sus propios familiares, a los que pinta sin rostro, dejándolos en el anonimato, como por ejemplo hizo con “Familia II”, un tríptico compuesto por la imagen de un padre, madre y un bebé, expuesta en la Bienal del Mercosur.
En aquella oportunidad, “cada figura estaba trabajada por fragmentos, que eran franjas que cruzaban la pintura por lo ancho, las cuales eran trabajadas cada una según una técnica distinta: por veladuras, por pigmentos chorreados, con telas cuadriculadas para seguir el molde, etc.
Estas diferentes técnicas producen descalces cromáticos, casi imperceptibles a simple vista, y ciertos desajustes en las figuras, que llaman la atención pero no de develan por completo”.
[4] Su trabajo pictórico asume las estrategias narrativas del realismo e incorpora imaginarios domésticos cuyas representaciones giran en torno al cuerpo y la objetualidad en su escenario privado.