Ademar de Monteil

[1]​ Fue entonces nombrado legado apostólico e indicado para liderar la cruzada,[2]​ acompañando a Raimundo IV de Tolosa.En verdad el papa encaraba la cruzada como una expedición religiosa, por lo que su obispo sería teóricamente el verdadero líder.Mientras Raimundo y los otros nobles entraban frecuentemente en conflicto entre sí por la autoridad militar de la cruzada, Ademar fue siempre reconocido como el líder espiritual.Negoció con Alejo I Comneno en Constantinopla, restableció alguna disciplina entre los cruzados en Nicea, y tuvo un papel crucial en la batalla de Dorilea.Sin embargo, la infantería, compuesta por las clases bajas, continuó al pensar en Ademar como su líder.