Posteriormente, estos estudios dieron pie al cuestionamiento sobre la condición del indio en otros contextos.
También hizo su aparición la escuela difusionista la cual propuso enfatizar el préstamo cultural y tomar en cuenta la dimensión espacial del contacto entre culturas.
En los años treinta del siglo XX, las definiciones se vieron tamizadas por la etnografía sobre los pueblos nativos de África, Asia y América.
En estos estudios se recolectarón datos sobre los contactos culturales, destacando los trabajos de Margaret Mead (1932), Monica Hunter Wilson (1936) y Richard Thurnwald (1935).
La Asociación Norteamericana de Antropología comisionó a Robert Redfield, Ralph Linton y Melville Herskovits, para aclarar los conceptos en disputa.
A partir de ello, se generó entre la antropología y la historia un diálogo que permitió analizar el mundo indígena.
En consecuencia, la historia aportó una dimensión temporal para estudiar las modificaciones culturales de un grupo a lo largo del tiempo.
Las discusiones anteriores tuvieron su desarrollo entre los estudiosos de la Antropología y la Historia en México para hacer frente a los problemas de un país con gran diversidad poblacional, cuyo fin fue la inclusión del indio a la “vida nacional” y cultura occidental.
Los primeros intentos por analizar tal situación se dieron en la plataforma intelectual que guardó en sus filas el Museo Nacional, institución fundada en 1865.
Ahí, se desarrollaron estudios como los de Andrés Molina Enríquez quien, en Los grandes problemas nacionales (1909), analizó a la población mexicana desde tres puntos de vista: su distribución geográfica, la composición que determina su construcción social y su unidad colectiva o “sociotnológica”.
Mientras transculturación, poseía un carácter multidireccional por su partícula trans que expresa la transición activa de dos culturas hacía una nueva realidad cultural original e independiente.
Mientras transculturación, le parecía significar el paso de un lugar a otro y no una acción recíproca.
Miguel León-Portilla, apoyado en el trabajo de Julian H. Steward,[9] publica en 1965 un artículo titulado “Aculturación y Écosis.
Ya que, si bien el hombre es capaz de modificar su medio, este también los afecta al condicionar sus acciones.
Además, estudió las políticas de unificación cultural en sociedades pluriétnicas y multiculturales como México.
A fines del siglo XX, se desarrollaron estudios históricos como los de Michael Ducey,[16] Peter Guardino y Edgar Mendoza gracias a la aplicación del enfoque cultural en disciplinas como la política y la economía.
Cristóbal Colón usó la palabra indio para nombrar a los habitantes de las Antillas que no eran caníbales.