Un reflejo adquirido o condicionado sería pisar el freno del coche tras observar la luz roja en un semáforo.
Este reflejo tiene la función fisiológica de evitar que se produzca un daño importante en los tejidos.
El funcionamiento vegetativo del organismo se halla regulado y controlado por un conjunto de reflejos muy variados, entre los que se pueden citar, además de los que afectan al sistema respiratorio, circulatorio o a la secreción salival, de cuyos centros se hablaba en el apartado anterior, otros como la tos; el parpadeo; los reflejos posturales, mediante los cuales se mantiene el equilibrio del cuerpo en condiciones estáticas y dinámicas; el del tono muscular; el rubor o la palidez, éstos de carácter muy complejo.
Para la comprobación de dichos nos bastará decapitar una rana y; enseguida, pinchar una de sus patas traseras; se notará que el animal reacciona y la encoge con energía respondiendo así al estímulo del pinchazo con un acto inconsciente.
Esta acción es una respuesta estereotipada e involuntaria a un estímulo específico, como por ejemplo, dar un golpe en el ligamento rotuliano.
La respuesta estereotipada consiste en la coordinación rápida de las siguientes acciones: excitación, mediante un estímulo, que provoca la conducción de un mensaje a la médula, la cual coordina la respuesta, llevándose a cabo la reacción.
Es importante remarcar la diferencia entre este concepto y lo que se conoce habitualmente como "reflejo".
Fuera del ámbito científico, es común encontrar el uso de la palabra REFLEJO al referirse a movimientos complejos pero visiblemente rápidos.
Un ejemplo claro para marcar las diferencias podría ser: cuando algo está cayendo al piso y sin pensarlo, lo atajamos.