Cinco de las personas involucradas en el choque con la locomotora perdieron la vida en el acto, mientras que la restante quedó herida de gravedad y fue trasladada a la Residencia Sanitaria Santa María del Rosell, donde fallecería días más tarde.
Sin embargo, cuando este trató de dirigirse a los congregados con un megáfono, fue increpado e incluso le fueron arrojadas piedras.
Se convino además instar a Renfe y la Diputación Provincial de Murcia a que en el plazo de un mes procurasen los medios precisos para ello, asumiendo su coste el Ayuntamiento en caso adverso.
[3][10] El impulso político inicial no consiguió plasmarse en actuaciones de calado sobre el paso a nivel y el trazado viario, y progresivamente perdió continuidad, mientras que el interés de las asociaciones vecinales se mantuvo estable, como su presión sobre la esfera pública.
Transcurrido un año, las autoridades municipales se reunieron una vez más con ingenieros de Renfe para la misma cuestión, sin que tampoco fructificase en un avance hacia la solución del problema.
Se llevó a cabo una ofrenda floral, y la alcaldesa Ana Belén Castejón descubrió una placa en recuerdo de los fallecidos.