Acción racional

[3]​ Más aún, acciones tomadas sin ninguna deliberación pueden igualmente considerarse racionales.

Así, acciones realizadas por imitación o por herencia genética pueden resultar en la maximización de la utilidad y ser consideradas racionales.

Una acción de este tipo puede no ser efectivamente el mejor medio para alcanzar los deseos del agente debido a que este puede sostener creencias racionales, pero falsas, ya que solamente dispone de información limitada.

[3]​ La racionalidad está inextricablemente entretejida con las emociones, que proveen el contenido de los deseos humanos.

Existen múltiples modelos acerca de cómo se relacionan estos dos niveles explicativos.

El conexionismo eliminativista afirman que la mente es un sistema computacional radicalmente distinto a las máquinas de Turing.

[6]​ Algunos filósofos de la mente también sostienen que las explicaciones clásicas para la mente son insatisfactorias y esta, en cambio, solo puede explicarse mediante fenómenos mecanocuánticos, como el entrelazamiento y la superposición, que causan efectos deslocalizados.

[6]​ Por otro lado, el computacionalismo señala que, si bien el contenido mental es representacional, intencional o semánticamente evaluable respecto a propiedades como la verdad de una creencia, la precisión de un estado perceptual o la realización de un deseo, estas propiedades semánticas solamente impactan en la computación mediante propiedades sintácticas, es decir, la computación es sensible a la sintaxis, pero no a la semántica.

El computacionalismo eliminativista, en particular, afirma que el contenido semántico de la mente no es explicativamente relevante.

Una objeción ampliamente difundida a esta postura es el argumento de la habitación china.

El modelo conexionista no se inspira tanto en la lógica y las computadoras, sino en la neurofisiología.

Esta figura ilustra un algoritmo para resolver el problema del encendido de una lámpara, en donde se dan solo los problemas más comunes.