En los casos más graves la acompaña una fuerte sensación de angustia.
La acatisia puede ser un efecto adverso de los neurolépticos, y por tanto no se debe confundir con manifestaciones motrices de tipo ansioso.
También se debe hacer el diagnóstico diferencial con el “síndrome de las piernas inquietas”, en el cual lo que sucede es que los movimientos se exacerban con el reposo (suelen aparecer al acostarse) y ceden con el movimiento (a diferencia de la acatisia).
También aparece como parte del síndrome serotoninérgico, efecto adverso de los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) y se ha descrito su asociación con el cuadro clínico que puede presentar una anemia ferropénica.
Sachdev (1995) informó una tasa de incidencia de acatisia aguda del 31% para 100 pacientes tratados durante 2 semanas con medicamentos antipsicóticos.