Sobre su tumba, el Imperio Otomano edificó una madrasa en la que se guarda su sepulcro.[6] En su Futūḥāt al-Makkīyah, escribe sobre un tío materno fallecido, Yahya ibn Yughan al-Sanhaji, un príncipe de Tlemcen que abandonó la riqueza por una vida ascética tras encontrarse con un místico sufí.[8] Por aquel entonces Ibn ʿArabī sólo tenía 7 años, y su familia se trasladó de Murcia a Sevilla para servir al nuevo gobernante.Se casó con Maryam, una mujer de familia influyente,[9] cuando aún era un joven adulto y vivía en Andalucía.Maryam también compartía su aspiración de seguir el camino sufí, según cita Austin en Sufíes de Andalucía: "Mi santa esposa, Maryam bint Muhammad binti Abdun, dijo: 'He visto en sueños a alguien a quien nunca he visto en carne y hueso, pero que se me aparece en mis momentos de éxtasis (espiritual).Así me ofreció su visión (para mi consideración) y le dije que ése era, en efecto, el método de los Folk (sufíes).Yo mismo nunca he visto a nadie con ese grado de experiencia mística.Esta niega cualquier tipo de analogía entre Él y lo creado - por lo tanto escapando del panteísmo que le han adscrito algunos - pero también desarrollando una compleja relación de lo creado con el Creador, del que es una expresión de sus diferentes Nombres y Atributos (Allahu al-asma al-husna), que inició Sahl al-Tustari.[9] Según confesó en al-Futuhat al-Makkiyya, prefería jugar en el campamento militar con sus amigos antes que leer un libro.Sin embargo, fue en su adolescencia cuando experimentó su primera visión (fanā); y más tarde escribió sobre esta experiencia como "la diferenciación de la realidad universal comprendida por esa mirada".
Sevilla
, donde Ibn Arabi pasó la mayor parte de su vida y educación