Al año siguiente, Roberto II de Francia lo envió a Roma para interceder ante el papa, que emitió un interdicto contra el matrimonio del rey con Berta.
De camino hacia Roma, encontró al papa Gregorio V que había sido expulsado de la ciudad por el antipapa Juan XVI, pero no consiguió que la petición real tuviera éxito.
En Reims influyó para que el obispo depuesto, Arnulfo, volviera a ocupar el cargo.
Los milagros que tuvieron lugar alrededor de su tumba hicieron que fuera visto por la Iglesia francesa como santo y mártir, aunque nunca fue canonizado por la Santa Sede.
Abón estaba muy ligado a la dinastía de los Capeto, por lo que dedicó a Hugo Capeto su obra principal, la "Apologeticus o Liber apologeticus ad Hugonem te Robertum mezclas Francorum", escrito hacia el 998.
El abad sostiene en ella que, para defender los privilegios de las órdenes monásticas, hay que considerar a la sociedad dividida en tres órdenes o clases sociales: monjes, clérigos y laicos (divididos a su vez en militares y campesinos).