La abadía casi ha desaparecido en numerosas ocasiones, tanto por guerras como por problemas financieros en los tiempos modernos.
Adquirió otros terrenos y posteriormente los confirió a la orden cisterciense, para fundar una abadía.
En 1230, doce frailes llegaron a Épau procedentes de Cîteaux con el abad Juan al frente.
Los monjes del Císter viven en autarquía, procurando producir todo aquello que puedan necesitar.
Para ayudarse sobre dicha premisa, a partir de los siglo XII y XIII los campesinos pobres se sitúan al amparo de la abadía y cultivan las tierras en torno a las granjas.
Los monjes dragaron y sanearon la tierra, ganando un espacio en la ribera del Huisne que les proporcionaba agua.
Convertidos en arrendatarios, optaron por un tipo muy restrictivo de concesiones con arrendamientos de las fincas durante uno o varios años por los que se pagaban un alto precio, añadido a los servicios señoriales habituales.
[7] La iglesia de la abadía experimentó nuevas obras de ornamento a mediados del siglo XV que incluyeron el marco, las bóvedas y las piedras angulares del crucero).
Desde el siglo XVI al XVIII, se llevaron a cabo trabajos de desarrollo y embellecimiento, junto con la casa del abad, cuyo dintel de la ventana lleva la inscripción del año 1528.
Los últimos monjes abandonaron la abadía en octubre de ese mismo año, quedaron solo seis.
Más tarde fue confiscada como propiedad nacional y se subastó junto a los muebles.
Fue adquirida por un propietario privado, Pierre Thoré que la convirtió en una lavandería y luego en una granja.
[12] La abadía fue objeto de una larga restauración devolviendo al edificio el estilo arquitectónico del siglo XIII.
Desde 2016, la abadía ha sido administrada por el Centro Cultural de Sarthe, en nombre del departamento, cuya función es ponerlo en valor ofreciendo a lo largo del año actividades para todos los públicos: visitas guiadas, estancias familiares, talleres escolares, etcétera.
La escultura funeraria se encontraba en la iglesia de la abadía a fines del siglo XVIII.
Fue descubierta por el explorador inglés Charles Alfred Stothard en 1816, y transferida a la catedral de Le Mans en 1821.
La reina se muestra acostada sobre su espalda, lleva un vestido largo ceñido en la cintura con un cinturón.
Entre sus manos, dobladas sobre el pecho, sostiene un libro cuya portada representa su propia figura reclinada.