La decisión fue tomada el 9 de diciembre de 1919, fecha en que también se acordó que la plaza sería bautizada con el nombre del conde barcelonés.
[3] La obra destaca por su monumentalidad, respondiendo a la evocación histórica iniciada por el movimiento cultural de la Renaixença.
El célebre personaje se encuentra a caballo, siguiendo la tipología de estatua ecuestre que tiene sus raíces en el arte romano, y que triunfó especialmente durante el Renacimiento.
La figura del conde tiene un porte regio, como corresponde a su dignidad, vestido con ricos ropajes y tocado con la corona condal.
El estilo de la obra es realista, como era predominante en la época en que Llimona realizó su diseño.