Apenas amaneció, el Capitán Sena Pereira reunió en el Oriental a sus capitanes para definir el plan de batalla, básicamente si combatir navegando o fondeados, pero no hubo decisión y Sena Pereira resolvió decidir su táctica sobre la marcha.
Los tres barcos líderes quedaron así prontamente bajo el fuego del General Balcarce y la vanguardia argentina que llegaba cañoneando.
El fuego cruzado inutilizó los cañones, dejó la mitad de las carronadas destruidas y provocó 37 bajas, incluyendo entre los heridos al comandante Sena Pereira.
Finalmente la nave insignia fue abordada y el Capitán Francisco Seguí aceptó del comandante brasileño su espada en señal de rendición.
[2] Apenas tuvo ocasión la nueva tripulación se amotinó y tras matar al comandante,[3] huyeron en botes a tierras de Entre Ríos, llevando con ellos a la tripulación original con excepción de unos pocos que pudieron esconderse.