Álvaro de Bazán el Viejo

[2]​ Su hijo y nieto del mismo nombre llevarían igualmente la armada española de los Austrias a su máximo esplendor.

[10]​ En mayo del mismo, el sultán otomano Solimán envió una flota de 110 embarcaciones al mando de Lutfi Bajá para recuperar Corone, conquistada por Doria, por lo que Doria y Bazán juntaron en Mesina 27 galeras y 30 naos con las que interceptarles.

Bajo el mando del veterano genovés, los españoles fueron victoriosos pese a la inferioridad numérica.

[11]​ Siéndole ordenado por Carlos I reconocer las defensas La Goleta, Bazán llevó a cabo una mañosa estrategia, fingiendo que una de sus galeras había sido tomada por sus galeotes musulmanes y haciendo que las demás la persiguiesen teatralmente hasta el puerto, donde los tunecinos la dejaron con alegría.

[5]​ También a él se le encomendó encabezar el asalto anfibio contra La Goleta, que tomó al mando de la infantería, aunque salvando su vida por poco cuando una bala de arcabuz le hirió en la nariz.

Siendo el segundo al mando de la flota, Bazán debería haber recibido el cargo de perseguirle, pero en el último momento Doria se lo otorgó a su sobrino Gianettino Doria y a Adamo Centurione, los cuales, al toparse con Barbarroja en igualdad de fuerzas en Bona, no se atrevieron a acometerle, sino que regresaron.

Los franco-otomanos huyeron tan pronto como les vieron, aunque Bazán pudo capturar su galeota capitana.

[5]​ El año siguiente, al no tener órdenes que cumplir, y por muchos requiebros que Carlos I le hiciera, Bazán dimitió como tenía planeado, siendo reemplazado por Bernardino de Mendoza, aunque continuó construyendo y administrando naves.

La expedición incluía además a Caramaní, otro corsario al que Bazán había capturado y puesto al remo durante años, pero que había escapado robando una galera construida por Bazán, la Leona, con ayuda de rebeldes moriscos en Cartagena.

La flota francesa pasó ante Laredo, donde Bazán estaba aderezando la suya, y tan pronto como terminó con 15 barcos salió en su persecución.

En esto le acompañó su hijo, Álvaro de Bazán el Mozo, quien comenzaba su propia carrera.