Supo compaginar su preparación para el sacerdocio con alguna lectura científica, como el libro «Space, Time and Gravitation: An Outline of the General Relativity Theory» de Arthur Eddington.
Lemaitre comprendió bien este volumen, e incluso se atrevió a reinterpretarlo y con ello redactar su primera obra, «La física de Einstein», que presentó a un premio que ofrecía el Ministerio de Ciencias de Bélgica para los estudiantes que habían hecho el doctorado en dos años.
Dicha explosión ahora se llama el Big Bang[11] o Gran Estallido.
[13] En 1933 Lemaître compareció como profesor visitante en la Universidad Católica de América.
[17] Sin embargo, dado que su salud le impedía viajar a Roma (sufrió un infarto en diciembre de 1964), Lemaître objetó y expresó su sorpresa por su elección.
En 1927, Lemaître publicó un trabajo en francés en una revista desconocida en el que incluyó su modelo teórico del universo y un análisis de datos de galaxias que mostraba la relación velocidad-distancia.
El astrónomo Fred Hoyle, con intención crítica y un tanto irónica, llamó a esta explosión el Big Bang, y esta denominación hizo fortuna.
Ante la propuesta de Lemaître, su antiguo maestro, el astrónomo Arthur Stanley Eddington, encontró la idea poco satisfactoria y al mismo Einstein le pareció sospechosa ya que la consideraba ampliamente reminiscente del dogma cristiano de la Creación que tenía, a su juicio, poca justificación científica.
Trató de evitar una singularidad inicial (un punto donde el espacio y el tiempo adquirirían una curvatura infinita) y sugirió un estado mecánico cuántico anterior al espacio tiempo al que llamó como dicho «átomo primitivo».
Lemaître publicó posteriormente otros artículos sobre el mismo tema y llegó a publicar en 1946 un libro titulado La hipótesis del átomo primitivo, donde explicaba cómo el universo se había ido expandiendo a partir de un primer átomo.
[28] Consideraba que la fe y la ciencia eran dos formas distintas de llegar a la verdad.
Él sostenía que la existencia de Dios no puede ser reducida a una mera hipótesis científica.
[2] Lemaître defendía que un científico debe mantenerse alejado de dos actitudes extremas.
Por un lado, evitar considerar su vida en compartimentos separados, donde extrae su ciencia o su fe según las circunstancias.
Por otro lado, evitar mezclar y confundir de manera irrespetuosa lo que debe mantenerse separado.
Por tanto, el científico cristiano avanza sin restricciones, con la certeza de que su investigación no entra en conflicto con su fe.
Entre sus miembros se ha contado con la presencia de setenta Premios Nobel del siglo XX.
[32] Lemaître era un católico devoto, pero se opuso a mezclar ciencia con religión,[33] aunque sostuvo que los dos campos no estaban en conflicto.
Pontificado de Juan XXIII Unos años más tarde el nuevo Papa, Juan XXIII, otorgó la presidencia de la Academia Pontificia de Ciencias en 1960 a Lemaître, bajo cuyo mandato se produjo un giro ecuménico y se abrió a muchos Premios Nobel, católicos y no católicos, entre ellos Dirac y Raman, por la parte de la física, y Eccles por la medicina.
Aunque algunas de estas cuestiones no gustaron a Lemaître, la relación entre ambos fue muy cordial y el sumo pontífice incluso implicó al sacerdote belga en los debates del Concilio Vaticano II, lo que indica la gran confianza que depositaba en él.
Sus intuiciones han contribuido a abrir la cosmología hacia pistas y nuevas vías todavía vigentes.
Los miembros del jurado internacional fueron Eddington, Langevin, Théophile de Donder y Marcel Dehalu.