Philippa Foot
Fue educada en una familia acomodada junto con su hermana Marion, con quien compartía afición por la caza, que posteriormente le serviría para construir metáforas para ilustrar sus discusiones filosóficas.Se formó principalmente en el ámbito privado antes de ir a Somerville College, Oxford, donde estudió Filosofía, Política y Economía.Su estancia en Somerville fue interrumpida de 1942 a 1947 durante la Segunda Guerra Mundial, prestando sus servicios como economista al gobierno.Foot se unió a la fundación Oxfam unos seis años después de su creación.[10] Desde 1972, vivía en el n.º 15 de Walton Street, y la vivienda tiene una placa conmemorativa en su honor (Oxfordshire Blue Plaque).Estos escritores se enfocaron en los llamados "conceptos éticos ligeros", como "bueno", "malo", "correcto" o "incorrecto", argumentando que no están empleados para afirmar algo verdadero de la cosa en cuestión, sino más bien, para expresar una emoción o (en el caso de Hare) un imperativo.Su dedicación a esta pregunta fue de por vida, pues aparece en prácticamente todas sus obras: En su obra Natural Beliefs, ella había argumentado que las virtudes recibidas (coraje, templanza, justicia, etc.) se cultivan racionalmente y que, por lo tanto, era racional actuar de acuerdo con ellas.Los conceptos éticos "densos" que ella enfatizó (sin usar esta expresión) en su defensa del carácter cognitivo del juicio moral se asociaron con tales rasgos cultivados racionalmente, es decir, las virtudes; así es como difieren de las descripciones de acción elegidas al azar.Quince años más tarde, en el ensayo "Morality as a System of Hypothetical Imperatives" invirtió esto cuando se trataba de justicia y benevolencia, es decir, las virtudes que se refieren especialmente a otras personas.Aunque todos tienen motivos para cultivar valor, templanza y prudencia, independientemente de lo que la persona desee o valore, la racionalidad de los actos justos y benevolentes debe, según ella, recurrir a motivaciones contingentes.Justicia y benevolencia, afirma, sin embargo, "se adapta" a los seres humanos, y "no hay razón para aceptar la crítica de Callicles o Nietzsche en este caso", en palabras de la propia autora.El dilema original, escrito por Philippa Foot era el siguiente:"Un tranvía corre fuera de control por una vía.Afortunadamente, es posible accionar un botón que encaminará al tranvía por una vía diferente, por desgracia, hay otra persona atada a ésta.La ética de la virtud era especialmente crítica con el consecuencialismo, pues para Philippa Foot, el fin no podía jamás justificar los medios.La respuesta al dilema del tranvía, desde un prisma de la ética de la virtud, pasaría necesariamente por la versión opuesta al utilitarismo: Apretar el botón y pasar por la otra vía, constituiría una participación en el mal moral, haciendo que el sujeto sea parcialmente responsable de la muerte, mientras que, si no hiciese nada, nadie sería responsable de esas muertes, por lo que, la opción más deseable, sería no apretar el botón y dejar que el tren arrolle a las cinco personas.