Kurt Meyer

Se le conocía por su apodo coloquial "Panzermeyer" o "Schneller (veloz) Meyer".

Desde el Anschluss y la campaña de Polonia al frente ruso, pasando por los Balcanes y Grecia, para terminar combatiendo a los aliados en el frente occidental.

Políticamente activo a una edad temprana y partidario fanático del nazismo, Meyer se unió a las Juventudes Hitlerianas cuando tenía quince años, se convirtió en miembro de pleno derecho del Partido Nazi en septiembre de 1930 y se unió a las SS en octubre de 1931.

En mayo de 1934, Meyer fue transferido a la Leibstandarte SS Adolf Hitler.

Enormes cantidades de armas y tropas aliadas cayeron en poder de "Panzermeyer", cuyas motocicletas aparecían tras las líneas enemigas en los momentos más inesperados, o cuyos intrépidos hombres escalaban paredes aparentemente inaccesibles para caer sorpresivamente sobre los defensores.

Sus hombres, cortados a la medida de Meyer, no dudaron en cumplir la poco ortodoxa tarea que se les otorgó.

Mientras esperaba ansiosamente tener noticias del pelotón destacado al otro lado del estrecho, Meyer comenzaba a lamentar la decisión tomada cuando arribó a su posición su jefe directo, el Comandante de la LSSAH, Sepp Dietrich.

Sin detenerse a combatir la masa de Unidades desmembradas del Ejército Rojo que se retiraban ante la ruptura del frente por las cuñas blindadas de la Blitzkrieg, Meyer se internaba más y más en territorio enemigo, logrando capturar desproporcionadas cantidades de tropas con las fuerzas a su disposición.

Meyer tuvo que ser retirado del frente por sufrir disentería a fines de 1942, pero retornó a tiempo para participar de las cruentas operaciones defensivas del invierno 1942-1943.

Desobedeciendo la orden del Comando del Ejército, Hausser ordenó abandonar Járkov para reducir el frente, pero mantuvieron en todo momento una estrategia operacional basada en una defensa móvil, que no sólo absorbió el impacto de la marea de tropas soviéticas que penetraban el frente, sino que a pesar de las bajas sufridas y la disparidad numérica, las unidades SS condujeron potentes contraataques que no sólo causaron a los soviéticos enormes cantidades de pérdidas (inauditas en la historia militar), sino que condujeron finalmente a la estabilización del frente y dejaron el camino abierto a la recuperación de Járkov.

Por otro lado, Meyer gozaba entre sus subordinados de una estima incomparable, y un ascendiente que emulaba al del mismo Erwin Rommel.

Meyer abrigaba la esperanza de comandar esta división, pero el mando le fue entregado a su camarada y amigo Fritz Witt, posiblemente por tener una personalidad más serena y reflexiva, más apropiada para esos niveles de conducción.

Meyer recibió el mando del 25.º Regimiento SS Panzergrenadiers y un ascenso al grado de SS-Standartenführer (coronel), y quedó muy impresionado con la actitud de los voluntarios.

La propaganda aliada descalificaba a la 12.ª SS División Panzer Hitlerjugend a través de propaganda que hacía hincapié en el supuesto carácter aniñado de sus integrantes.

Las inauditas bajas sufridas entre oficiales y suboficiales daban cuenta del tipo de liderazgo que esgrimían las fuerzas alemanas, y la razón principal de su éxito frente a tan desigual enemigo.

Resistiendo la presión de las fuerzas angloamericanas desde el Norte y Oeste y de Patton desde el Este y Sur, las casi desmanteladas unidades alemanas (reducidas en más del 50 % de sus hombres y casi sin blindados ni armas de apoyo pesadas) intentaron realizar una ruptura del cerco para escapar hacia el Oeste, más allá del Sena.

Mientras sus hombres lo dieron por muerto y fue ascendido con carácter retroactivo a Brigadeführer el 1 de septiembre, Meyer pasó por diversos puntos de reunión de prisioneros logrando pasar desapercibido, hasta que un oficial del ejército alemán que colaboraba con los aliados lo delató ante las autoridades que comandaban el campo de prisioneros en el que finalmente había sido confinado.

El proceso se llevó a cabo con varias irregularidades, especialmente en lo que respecta al involucramiento personal en los hechos por parte del presidente de la corte y la dudosa veracidad de las pruebas y testigos presentados por la fiscalía.

A lo largo del juicio Meyer defendió su posición a través del abogado militar designado con habilidad y pertinencia, demostrando que no sólo no había estado presente en el lugar de los hechos cuando sucedieron, sino que oficiales canadienses que fueron capturados por tropas bajo su comando atestiguaron haber tenido contacto personal con el acusado y recibido un trato caballeroso en el combate.

Meyer pasó cinco años en la penitenciaría de Dorchester, en Nuevo Brunswick, Canadá, donde perfeccionó su manejo del inglés.

Debido a su buen comportamiento y a peticiones de reconocidas personalidades alemanas y numerosos oficiales del ejército canadiense que combatieron contra Meyer y manifestaban su admiración personal por el acusado, Meyer fue liberado el 6 de septiembre de 1954.

Panzermeyer fue recibido en su pueblo como un héroe por una enorme multitud autoconvocada, reuniéndose con su familia (esposa y cinco hijos) luego de quince años de ausencia en su hogar.

Meyer (derecha) junto a Fritz Witt (centro) y Max Wünsche (izquierda) en la abadía de Ardenne, Normandía, en junio de 1944.
Meyer junto a Witt en Járkov, Unión Soviética (1943).
Meyer en juicio en 1945