Su madre, una india algonquina, ya se había convertido al cristianismo cuando fue raptada por los iroqueses y casada con un jefe mohawk pagano.
[1] Catalina sobrevivió, pero quedó con cicatrices en el rostro y problemas de visión.
La persecución fue tal que huyó de su pueblo, caminando unos 320 km por el bosque hasta llegar a Sault Ste.
Catalina se caracterizó por su piedad, su incansable vida penitente en favor de su pueblo aborigen y por su amor a la Eucaristía.
Después de su muerte, Kateri empezó a ser muy venerada, especialmente en Canadá.