Félix Dzerzhinski

[1]​[2]​ Su familia, de origen tártaro, se había instalado en Polonia en el siglo XVI.[6]​ Vivaz y nervioso, mantuvo su fe católica hasta 1894 cuando, con diecisiete años,[2]​ la abandonó debido a sus contactos con un círculo marxista del Partido Socialdemócrata Lituano de la ciudad.[5]​ Alumno rebelde, tuvo roces permanentes con la dirección del centro hasta su abandono de los estudios en 1896.[5]​ Tras su muerte en enero de 1896, sin embargo, abandonó el gymnasium y, con diecinueve años, se convirtió en revolucionario profesional.[7]​ Ingresó en el minúsculo Partido Socialdemócrata Lituano, que apenas contaba con unos ciento cincuenta miembros.[2]​ Adquirió pronto reputación de agitador y organizador capaz, pero tuvo que abandonar Vilna al poco tiempo cuando la policía comenzó a vigilarlo.[2]​ Querido por las bases de este por su entrega a la causa revolucionaria, no tuvo, empero, buenas relaciones con sus principales dirigentes, Rosa Luxemburgo y Leo Jogiches, que residían en Berlín.[2]​ Más pragmático que estos y dispuesto a cooperar con otras organizaciones socialistas, estuvo a punto de causar la escisión del partido en junio de 1905 cuando intentó hacerse oficialmente con el control del partido en la Polonia rusa, que ya disfrutaba en la práctica, y volverlo autónomo de la dirección berlinesa.[8]​[2]​ Once de los veinte años entre 1897 y 1917 los pasó bien en prisión o en el exilio interior.[9]​ La capacidad para soportar las penalidades y su espíritu de sacrificio, sin embargo, los proyectaba también a los demás, lo que le daba un carácter inmisericorde hacia los sufrimientos ajenos, tanto de los que consideraba víctimas —que sostenía eran sacrificios necesarios para alcanzar el ideal humanitario socialista— como los de los enemigos —a los que estaba dispuesto a destruir sin piedad, escrúpulo o remordimiento—.[19]​ Dzerzhinski presentó su informe al Sovnarkom al día siguiente en el que describía la situación como de grave emergencia y exigía la aplicación de la «violencia revolucionaria» a los considerados contrarrevolucionarios.[22]​ La nueva comisión tenía potestad únicamente para investigar supuestas actividades contrarrevolucionarias y aplicar algunas penas menores.[26]​ Desbaratada la organización, los arrestados quedaron en libertad con la promesa de abandonar las actividades contrarias al nuevo Gobierno.[26]​ En su primera misión, Dzerzhinski había actuado con moderación, salvo por el hecho de haber arrestado y mantenido sin juicio a los sospechosos de dirigir la huelga, para lo que la Checa no tenía potestad.[27]​ Uno de ellos se había hecho pasar por chequista, razón por la que Dzerzhinski permitió su muerte.[31]​ Su pequeña oficina, de escaso mobiliario, daba al patio interior del edificio, por seguridad.[31]​ Un escritorio, algunas sillas y una librería ocupaban la mayoría del espacio; un biombo ocultaba el catre provisto de una manta del ejército en la que dormía tras dieciséis o dieciocho horas de trabajo diario.[41]​ La derrota de Varsovia frustró los planes soviéticos y Dzerzhinski regresó a Minsk, de donde había partido al oeste poco antes; esta breve estancia en territorio polaco fue la última vez que visitó Polonia.[43]​ Tras la guerra civil rusa, Dzerzhinski mantuvo diversos cuestionamientos contra Lenin, a quien acusaba de "olvidar la Revolución" para ganarse la adhesión voluntaria de otros pueblos (judíos, polacos, o ucranianos) a la causa del comunismo.Aunque étnicamente polaco, Dzerzhinski rehusó involucrarse con el gobierno títere instalado por los bolcheviques en Białystok durante la Guerra polaco-soviética.[44]​ En este nuevo cargo, demostró gran capacidad de gestión, que incluso sus adversarios admitían.[44]​ Tuvo desavenencias en materia económica con Stalin y llegó a amenazar con dimitir de la presidencia del Consejo Supremo.
Guardias rojos custodiando el Instituto Smolny . Dzerzhinski quedó a cargo de la seguridad de la sede del Sóviet de Petrogrado .
La nueva sede de la Checa en Moscú, la Lubianka , edificio de una antigua aseguradora, vista a principios del siglo XX. De temible fama, en ella Dzerzhinski trabajó sin descanso.