Durante toda su vida se mantuvo muy unido al que consideraba su territorio histórico: el Gran Ducado de Lituania.
En esta última ciudad, en 1951, Miłosz pidió asilo político, instalándose en Montgeron entre 1951 y 1960, para huir de la progresiva imposición del llamado Realismo socialista.
Le siguió una etapa romántica, signada por una adhesión absoluta a la poesía y una confianza plena en su 'alma profética', y ha terminado instalándose en lo alto de una colina con vistas a la Bahía de San Francisco, como un sabio en su montaña, manteniendo la gravedad del ser al tiempo que respira el aire cada vez más ingrávido, tardo-capitalista y posmoderno de California».
En El pensamiento cautivo (1953), que combina las técnicas novelísticas con textos de no ficción, Czeslaw Milosz reflexiona sobre la compleja relación entre la literatura y la sociedad en las democracias populares satélites del mundo soviético, desmitificando explícitamente la idealización del socialismo, que evoca y así analiza la composición y la disociación de los intelectuales del sistema (el Murti-Bing) que se consolidó en Polonia después de la guerra.
Lejos de buscar agrias polémicas, el ensayo-novela ofrece una perspectiva crítica sin precedentes sobre la libertad humana.
La poesía de Miłosz deleita al tiempo que instruye, como viene a señalar Seamus Heaney:[4]
En su madurez el tono de su poesía se hace por momentos más metafísico y dolorido.
Desde aquí, todo en torno, puedes tender la vista Sobre el agua, los árboles, los prados y un sendero.
", lo expresa: Cuán difícil es ser una sola persona, Pues tenemos la casa abierta, no hay llaves en las puertas, Miłosz nació y vivió en una tradición humanista cristiana que tuvo un efecto importante en su sensibilidad.
Heaney[4] indicó que: "supone un asentimiento a la desnuda y asombrosa proposición de que mediante la encarnación del Hijo de Dios en la figura de Cristo lo eterno ha intersecado con el tiempo, y que mediante esa intersección los seres humanos, con todo y ser criaturas temporales, tienen acceso a una realidad fuera del tiempo.
Miłosz concibe al poeta como alguien que custodia la memoria cultural necesaria para preservar la dignidad humana.
Los niños caminan junto a un descampado, todo es gris más allá de una aldea estonia.
Nunca más me arrodillaré en mi pequeño país, junto a un río, Para que lo pétreo en mí se pueda disolver, Milosz afirmó sobre la poesía: «¿Qué es la poesía, si no puede salvar/ a una Nación o una persona?».
Miłosz está considerado uno de los grandes poetas del siglo XX, porque su obra universalista es perfectamente comprensible en todos los idiomas.
En su poema "Lo que una vez fue grande" lo expresa así: Los reinos se desvanecían como bronces cubiertos por la nieve.