Proveniente de Hermontis, ciudad consagrada al dios Montu próxima a Tebas, y donde construyó un templo dedicado a la divinidad, pensó en realizar su propio templo funerario en un lugar más majestuoso, como una especie de complejo conmemorativo que no sólo recordara la conquista del Bajo Egipto y la reunificación de las dos tierras, sino que lo mantuviera para toda la eternidad y estuviera dedicado a su divinización.
La diferencia es que la sepultura detrás ya no será una pirámide, sino todo un complejo funerario con cámaras excavadas en la roca.
La parte trasera del patio y la terraza contienen columnas decoradas con bajorrelieves de procesiones, barcas, temas de caza y escenas mostrando los logros militares del faraón.
Fueron encontradas aquí también seis estatuas de granito negro del faraón de la duodécima dinastía Sesostris III, que este donó al templo donde recibía culto el difunto Mentuhotep y el dios Montu.
El sucesor de la reina faraón, Tutmosis III, aprovechó el espacio entre ambos para levantar su propio templo funerario.
El culto continuó hasta la XX dinastía, cuando bajo Ramsés VI comenzó su demolición para aprovechar sus materiales para otra construcción.